n la época de la colonia, Romeral era un llano inhóspito, cubierto por montes vírgenes de Romero, de donde le viene el nombre. Lo designaban ”El Monte de Romeral”, y, ubicado al sur del Río Teno. Con los años se formaron pequeñas propiedades en las que se plantaron viñedos y árboles frutales a las que se les daba el nombre de Finquitas, (pequeñas parcelas). A fines de la Colonia el número de estas Finquitas es considerable, constituyendo un agrupamiento humano, lo que hizo que posteriormente se transformara en Aldea.
En un comienzo la Comuna se llamó Villa Alegre, cambiándose por el de Romeral. Se conserva actualmente esta denominación en los barrios del pueblo, pues a la parte alta se le llama Villa Alegre y a la baja Romeral , pero , por lo general ya se ha adoptado el nombre de Romeral y a sus habitantes. romeralinos.
Por Decreto del 16 de abril de 1898, la Aldea de Villa Alegre , obtuvo el Título de Villa. En 1925 a pedido de la Municipalidad y para evitar confusiones se cambió oficialmente el nombre de Comuna de Villa Alegre por el de Comuna de Romeral.
La historia de la comuna se confunde en sus comienzos con la de la antigua hacienda El Guiaco, que comprendía en la época colonial casi todo el territorio de la actual comuna.
Conociendo los adelantos, progresos y esfuerzos de sus habitantes, podemos darnos cuenta de lo que era y de lo que hicieron sus pioneros para llegar a formar a través del tiempo, la actual activa y progresista comuna de Romeral, que, como se sabe, está íntimamente relacionada con el progreso agrícola, ya que este rubro ha sido y sigue siendo su principal fuente de ingresos y su mejor palanca impulsiva.
Como en el ser humano, en los pueblos también quedan fuertemente grabados los primeros recuerdos… años 1890, 1900 y 1910… época llamada del novecientos.
La que se había formado lentamente en el siglo diecinueve como una aldea rural, recibió el título de Villa en el año 1892. Fue bautizada como Villa Alegre de Romeral. Era una larga calle que miraba tímidamente hacia el oriente como al poniente. En estío su garganta resecábase de sed y de polvo. En invierno su cuerpo era bañado por la lluvia del cielo. Ella tiritaba a causa del viento helado procedente de la cordillera.
Cada año en el mes de Diciembre cruzaban la calle numerosos rebaños hacia los campos de verano de la montaña. Los arrieros, callados, tan solo parecen mirar, pensar y soñar en las ovejas que guían – De vez en cuando los perros pastores __ con ladridos o suaves mordiscos__ obligan a avanzar a algún cordero retrasado.
En Abril la escena se repite, pero a la inversa. Los rebaños ahora regresan desde la montaña hacia sus puntos de origen. Van a Rauco, Majadillas, Palquibudi, Hualañé u otros lugares. Los arrieros marchan silenciosos, ensimismados. La suya es una labor paciente . Casi contemplativa allá en la altura.
En la misma época de comienzos de siglo, altas carretas de lento andar como sus bueyes, dirigíanse a Curicó. Iban cargadas con sacos de trigo, cebada, frijoles , o con líos de charqui. Provenían algunos de los Guaicos, del Peñón, de la Huerta u otra Hacienda.
Empero, últimamente Villa Alegre veía surcada su única vía por numerosos coches y aún por no escasos y primitivos automóviles . Dentro de los vehículos viajaban caballeros muy serios en sus elegantes chaquets. Al lado de ellos divisábamos jóvenes damas vestidas a la última moda. Largos vestidos cubrían sus frágiles cuerpos. Sombreros de amplias alas las defendían del sol. Ellas se daban aire con sus finos abanicos.